Ida de Vincenzo es una inmigrante italiana. Tal vez su historia sea parecida a la de otras tantas inmigrantes que llegaron a nuestro país. Pero también tiene sus particularidades que vuelven única la experiencia de Ida. Proviene de Cropalati, Cosenza (Calabria). Llegó a Buenos Aires en 1959, en el Vapor Salta, cuando tenía apenas 2 años. En la actualidad, es artista visual, forma parte del Consejo Directivo de la Asociación Calabresa de Buenos Aires y es Miembro de la Liga de Mujeres Calabresas. Asimismo, en el último tiempo organizó y coordinó la Muestra de Arte del COMITES de Buenos Aires que se llevó a cabo en la Facultad de Derecho (UBA). En esta entrevista, conocemos sus raíces, su amor por Argentina y los recuerdos de su tan querida Italia.
Los orígenes de Ida, el recuerdo de Cropalati
“Nací cuando ya había pasado la Segunda Guerra Mundial, en Cropalati (Cosenza, Calabria). Mi papá había estado combatiendo y habíamos sufrido las consecuencias. A causa de ello emigramos, yo tenía 2 años. Tengo muchos recuerdos de mi infancia. Por eso quiero transmitirlos, para que no queden en el olvido. Son pequeñas historias, cosas cotidianas pero no por eso menos importantes. Son las cosas que ayudan a comprender la vida y el carácter de una familia. Cada historia vale, cada una de ellas es valiosa. Muchas pueden ser parecidas pero nunca serán completamente iguales”.
La tierra lejana de la familia calabresa
Cuando la familia De Vincenzo llegó a Argentina, a bordo del Vapor Salta, Ida apenas tenía 2 años. Corría el año 1959. Aun cuando habían dejado atrás la tierra amada, el terruño de la infancia, Cropalati vivía en cada uno de ellos. “Aunque los años pasaban, en la casa de mis padres siempre se hablaba de lo mismo: la tierra lejana de la familia calabresa. Por eso la cultura y la lengua italiana cobraron tanta importancia en mi vida. Siempre estuve en contacto con mis raíces, desde lejos aprendí a quererlas”.
Luego de 50 años, Ida pudo volver a su casa natal. “Lo primero que hice fue besar su suelo, había encontrado mi punto de partida. No lo recordaba con la mirada, pero si con el corazón. Nací de nuevo, pude unir el ayer y el hoy. Es mi segunda casa, como me gusta llamarla, ya que mi corazón está en Italia y en Argentina por igual”, recuerda con añoranza.
¿Cuáles creés que son las similitudes y diferencias entre la cultura italiana y la argentina?
“Hay muchas similitudes entre italianos y argentinos”, responde rápidamente Ida como si no los conociera tanto. “Por ejemplo, a ambos les gusta polemizar. También encontramos similitudes en cómo se tratan entre ellos, el apego a lo familiar, la cocina tradicional y, sobre todo, en una serie de comportamientos sociales que tienden a sacar ventaja de cada situación. Por otro lado, los argentinos tienen mayor capacidad para adaptarse a las diferentes situaciones sin caer en la desesperación. Asimismo, el arte tiene mucha importancia en los dos países. En cuanto a la parte gastronómica, los italianos son creativos e ingeniosos, siempre es posible descubrir nuevos sabores, degustar deliciosos manjares. En cambio, en Argentina las comidas son más tradicionales”.
¿Qué significan Argentina e Italia para vos?
“Por un lado, Argentina representa mi casa, el amor incondicional de mis hijos, mi marido, mis nietos, mis amigos y todas las personas que, de un modo u otro, me demuestran cariño. Por otro lado, Italia es mi segunda casa. Simboliza el cariño de mis familiares, las comidas caseras y los paisajes”. Debemos aclarar que Ida transformó el arte en su puente para conectarse con el Cropalati de su infancia. De hecho, muchos de sus cuadros remiten a la querida tierra. Su obra “Cropalati, mi país… mi nostalgia” fue seleccionada para representar el escudo del movimiento cívico de su paese. Es aquel pueblo que apenas había conocido durante su niñez, al que había regresado como adulta para enamorarse de él y que volvía a su vida a través de la pintura.
¿Qué consejos les darías a los descendientes de inmigrantes?
“Cualquiera puede vivir un cuadro de stress de gran intensidad, pero del que se puede salir adelante, especialmente cuando se tiene que arriesgar todo para llegar a otro lado. Creo que no hay que olvidar -como dijeron los que saben- que la nostalgia no es una patología, es un derecho. Algunas veces, a través de los medios de comunicación, se ofrece una imagen idealizada de la emigración. Debemos valorar lo que hicieron nuestros antepasados por nosotros, la actitud y la valentía que tuvieron. Cuando emigraron, pensaron que era lo mejor para poder darnos un futuro. Vivir en otro país implica muchas renuncias. Por ellos, no debemos olvidarnos de homenajearlos, dieron su vida o parte de ella a la tierra que los vio nacer”.

Tal vez la historia de Ida sea parecida a la de tantas familias italianas que debieron dejar su tierra natal. Pero también, tiene una esencia propia que la individualiza y la hace única. Agradecemos a Ida por dejarnos conocer sus raíces, su amor por el arte y la vida de su familia. En esta nota, en estas anécdotas, en las palabras de Ida también laten sus antepasados.