Albino Aimaretti es italiano, especificamente de Piemonte. Nació en Torino el 30 de enero de 1943. Junto a su familia, llegó a Argentina en 1949 y comenzó en Buenos Aires una nueva vida. En diversas oportunidades, tuvo la oportunidad de volver a su madre tierra para hacer nuevos los escasos recuerdos de su infancia. En esta entrevista, con 81 años, Albino recuerda su historia, a sus padres, al querido Piemonte y cuenta cómo mantiene vivas las tradiciones piemontesas, especialmente en la Unión Ossolana de Buenos Aires, donde encontró una huella de su amada tierra en Argentina.
Albino Aimaretti, de Torino a Buenos Aires
Nació bajo el nombre de Albino Angelo Antonio Aimaretti en Torino el 30 de enero de 1943. Luego de su llegada a Argentina junto a sus padres, en 1949, Albino realizó toda su educación en nuestro país. Se recibió de Técnico Mecánico en el colegio industrial Otto Krause y de Ingeniero Mecánico en 1968, por la UTN. Es también miembro de la Comisión Directiva de la Unión Ossolana de Buenos Aires, de la cual participa desde hace ya 12 años y donde encontró ecos de su madre patria. Tal vez el relato de vida de Albino sea parecido a otras historias de inmigrantes que lucharon para que sus familias tuvieran una vida mejor. De todos modos, hay particularidades que la hacen única. Lejos de detenerse en su presentación, Albino se apresura a compartir la historia de sus raíces piemontesas, porque allí reside su verdadera identidad.
Entre Tigre y Piemonte, sin escalas
“Mis abuelos paternos, Albino Felipe y María Rosa Natalina nacieron en Piemonte, en 1862 y 1868, respectivamente”. Sin embargo, el padre de Albino era argentino. “Mis abuelos llegaron por primera vez a la Argentina entre 1890 y 1893. Se establecieron a 30 km de Buenos Aires, sobre la costa del río. Allí, mio nonno comenzó a trabajar en la Ferrovia Centrale Argentina. Mi papá nació en Tigre, Buenos Aires, en 1895. Y en 1906 toda la familia se volvió a Torino. Mi papá estudió, participó en la Primera Guerra Mundial y en 1928 puso un taller metalúrgico por su cuenta y con el cual trabajaba para Fiat”.
“Conoció a mi mamá, Victoria María Emilia Viora, que era de Novara. Se casaron en 1935 y yo nací en 1943, durante la Segunda Guerra Mundial. Mi papá nos llevó a mamá y a mí (con pocos días de vida) a una casa de unos amigos, entre las montañas, en las afueras de Torino para escapar de los bombardeos”, recuerda Albino con emoción. Finalmente, el 11 de febrero de 1949, cuando Albino tenía apenas 6 años, la familia Aimaretti embarcó en Genova en el barco Corrientes, con destino nuevamente a Buenos Aires.
La segunda llegada de la familia de Albino Aimaretti a Buenos Aires
Pocos son los recuerdos de Albino en su madre tierra. “Recuerdo algo del barco, algunas cosas de Italia y de mi familia. Cuando llegamos a Argentina, fuimos a vivir a una casa en Villa Lynch comprada por mi tío, Umberto Viora. Se había escapado clandestinamente del servicio militar obligatorio para la guerra en África en 1932. Trabajó en Montevideo (Uruguay), en Salta y finalmente llegó a Buenos Aires, en 1937. Luego se casó con Anna Bocchia que era argentina, también hija de piamonteses. Y a las dos semanas de haber arribado, comencé la escuela primaria”. Albino pudo volver a Piemonte recién cuando se casó, en su luna de miel, en 1975. “Fuimos a Europa, a Torino a la casa donde yo había nacido y donde mi papá había construido su taller metalúrgico”.
¿De qué modo se mantienen vivas las raíces piemontesas hoy en tu familia?
Claramente cuando hablamos de tradiciones estamos hablando de la comida, il cibo, alrededor de la cual se reúne la familia y cuyas recetas se transmiten de generación en generación. “La polenta con queso es una de las comidas que cocinaba mi mamá. Realizaba distintas capas de polenta, intercaladas con queso fresco y queso de rallar. También, hacía la polenta frita en manteca. Y obviamente mi mamá hacía la bagna cauda, con la receta original de su pueblo con aceite de oliva, manteca, ajo y anchoas. No le ponía ni crema ni leche. Al igual que sucede acá, cada pueblo del Piemonte tenía sus tradiciones y costumbres a la hora de preparar la bagna cauda”. La música y los bailes típicos de la región no se quedan atrás, también hoy perviven en la cotidianeidad de Albino. “Cada vez que canto ‘Quel mazzolin di fiori’ en cada fiesta, me siento revivir”.
El piemontés, la verdadera lengua materna
Si hablamos de raíces, no podemos dejar de lado la lengua que nos une con nuestra familia, con nuestra identidad. “Todavía puedo hablar el dialecto aun cuando hace más de 50 años que no lo hablo cotidianamente. Con mis padres, en Argentina, hablábamos el piemontés. Mi madre murió cuando tenía 15 años y mi papá, cuando yo tenía 28. Pero siempre me quedó en la memoria, lo que uno aprendió de chico te queda. El dialecto tiene su gramática, su vocabulario y sus libros. Y según el pueblo, las palabras varían. Hoy se percibe la distinción dentro de la misma región y más en aquella época, cuando no había ni radio, ni televisión, ni medios de comunicación”.




Asimismo, durante el 2020, en la pandemia, Albino escribió y publicó el libro sobre la historia de su familia: ‘Storia della mia famiglia’. “De mis padres, me habían quedado unas cajas con documentos y con fotos”. Con todo ese material, Albino hizo un libro en italiano donde se cuenta todo el relato de sus antepasados hasta llegar al día de hoy. La narración incluye fotos familiares, de los pasaportes, de la documentación y también de los libros con los cuales la familia Aimaretti había estudiado.
Albino Aimaretti y la Unión Ossolana de Buenos Aires
Albino llegó a la Unión Ossolana de manera fortuita. A través de las redes sociales, hace más de 10 años, encontró a la única asociación que celebraba la cultura del Piemonte en Buenos Aires. “Empecé a participar de los almuerzos y de la Festa della Bagna Cauda que se realiza tres veces al año, en los meses de invierno. Luego entré en contacto con el actual Presidente de la Asociación, Aldo Caretti”. Poco a poco, Albino fue incorporándose a la vida de la Unión Ossolana hasta elegirla para festejar sus 80 años. En la actualidad, Albino no solo continúa con la tradición, canta en cada fiesta “Quel mazzolin di fiori”, sino que además es parte de su Comisión Directiva y participa activamente de todas sus fiestas y propuestas.

Ij Danseur dël Pilon visita la Unión Ossolana
En noviembre de 2022, llegó a Argentina un grupo folklorístico piamontés, Ij Danseur dël Pilon, dirigido por Bruno Donna. Entre su recorrido a lo largo de las diversas asociaciones del país, visitaron la Unión Ossolana de Buenos Aires, donde entraron en contacto con la colectividad y con el mismo Albino. “Me presenté, hablé piemontés con ellos y les regalé el libro que había realizado durante la pandemia, la historia de mi familia. En 2023, tuve la posibilidad de viajar a Italia para reencontrarnos. Sergio Donna, Director de Piemonte Cultura, hizo una recepción, nos invitó a participar del ensayo del grupo folklorístico y nos hicieron bailar con ellos”.
Un poema en piamontés: “Nostalgia”
Tiempo después, Sergio Donna volvió a contactar a Albino para proponerle escribir una poesía en dialecto. El piamontés cada vez se habla menos, sin embargo, tal como señala Albino, es importante promoverlo y difundirlo. Por lo tanto, recordando un poco sobre la tierra amada, Albino escribió su poema que luego llamó “Nostalgia”. En él, recuerda el sabor de la bagna cauda, de los gianduiotti (unos bombones típicos de Torino hechos de cacao y crema de avellanas) y de las castañas tostadas que se comen especialmente en invierno. A través de su poesía, Albino trae los aromas y las sensaciones que se perciben al caminar por las calles de Torino, la añoranza de la memoria y del corazón. Con dicha poesía, en junio de este año, Albino ganó el Premio Speciale della Giuria “Poeta Piemontèis d’Argentina” en el 5° Concorso Letterario Nazionale “Jucunde Docet” – Gianni Rodari.


Si pudieras volver a hablar con tus papás, ¿Qué les dirías?
Con notable orgullo en la voz y en el corazón, Albino responde: “Estoy muy agradecido a mi padre que me enseñó un montón de cosas que, cuando uno es joven, no le da importancia. Con los años, te das cuenta de que realmente los valores que te enseñaron son muy importantes. La palabra de él valía más que una firma. Me enseñaron a ser honesto y a ser cumplidor. Tal vez fuimos los que perdimos con gente que nos estafó o que nos defraudó. Pero siempre seguimos adelante. Por otro lado, a mi mamá también le agradecería por toda la enseñanza que me dejó”.
Finalmente, ¿Cuál es tu mensaje para las nuevas generaciones de piemonteses en Argentina?
“Les diría que se mantengan unidos y que intenten promover las tradiciones piemontesas en nuestro país. Si no logramos mantener vivas las costumbres y nuestra identidad, se irán perdiendo con el tiempo”.