Irma Rizzuti es italiana, específicamente de Serra Pedace (Calabria). Llegó a Buenos Aires durante su infancia, a los 9 años. Desde ese momento, su vida cambió para siempre, un nuevo ADN comenzó a correr por sus venas. Hoy, es una referente activa de la colectividad italiana en Argentina. Es Cavaliere dell’Ordine della Stella d’Italia, Presidenta de la Lega delle Donne Calabresi y de la Accademia del Peperoncino Buenos Aires. En esta entrevista, Irma nos cuenta sobre su familia, su relación con Argentina e Italia y deja un mensaje a las nuevas generaciones.
¿Quién es Irma Rizzuti?
Irma nos recibe en su casa de Villa Crespo (CABA). Se la ve exhausta pero feliz. Sumergida en su cuaderno de notas, está resolviendo los últimos detalles del “Caffè Letterario alla Italiana”, evento que realiza con la Lega delle Donne Calabresi, institución que fundó y preside. Fue Agregada Cultural en la Embajada Argentina en Roma donde debió transmitir la cultura argentina en la Città Eterna (nada más y nada menos). Es Cavaliere dell’Ordine della Stella d’Italia y Presidenta de la Accademia del Peperoncino Buenos Aires. Y, por si fuera poco, también es cantante de tango. Tiene una larga trayectoria dentro y fuera de la colectividad. Lejos de detenerse en su propia presentación, Irma recuerda sus orígenes, la tierra natal y a su familia, porque allí reside su identidad, quien verdaderamente es.
Con el tango en las venas
Su paese natal es Serra Pedace (provincia de Cosenza). Llegó a Buenos Aires con su familia (mamá, papá y tres hermanos más) cuando aún era una bambina, con tan solo 9 años, y fue a vivir con sus nonnos. Sí, usando ese neologismo que hace el plural, a la forma argentina, del sustantivo italiano nonno. Esa palabra tan italiana como argentina, tan hija de la inmigración. No existe en la lengua del bel paese pero está cargada de emoción para los descendientes.
“Cuando nos vinimos a Argentina, mamá – un personaje importante en mi vida que era política y militante- nos prohibió a todos hablar el dialecto y el italiano. Porque debíamos inmediatamente asimilar el lugar donde estábamos y hablar el español”, recuerda Irma. De familia musicista, la piccola Irma aprendió a hablarlo por fonética, gracias a las canciones de tango que le enseñaba y le hacía cantar su zio. De esta forma, se ganó el cariñoso apodo de “Nostalgia” por la canción del cantautor Enrique Cadícamo, también de origen calabrés. Y así, nació una entrañable relación entre Irma y el tango, vínculo que continúa en la actualidad.
El regreso de Irma a Serra Pedace
Si bien Irma llegó a Buenos Aires con apenas 9 años, recién pudo volver a su madre tierra en 1991. El solo recuerdo del reencuentro con la patria amada llena de emoción los ojos y el corazón de Irma. “Lo primero que hice al bajar del avión fue querer besar el suelo, lo quería abrazar. Estaba en Fiumicino, no lo podía creer, estaba respirando el aire de Italia”. Una fugaz visita por Roma y lo único que importaba era volver a ver y a caminar el suelo tan querido y añorado: Serra Pedace, en el corazón de la provincia de Cosenza. “Cuando llegué al pueblo, sentí una energía muy fuerte, tenía ganas de correr y llorar. Es tanta la emoción, es tanta la energía que uno corre como queriendo ver todos los rincones”.
Hacer de nuevo los recuerdos
“Me reencontré con algunas amigas de aquella época ya que había llegado a cursar primer grado. La gente me detenía en la calle para hablarme y yo no quería que me pararan. Quería solamente que me dejaran con una introspección y mirar, buscar los recuerdos. Hacerlos de nuevo. Algunos momentos se me habían borrado. Pero fue milagroso como se refrescaron inmediatamente. Es decir, reviví toda mi infancia en Serra Pedace, desde los 9 años hacia atrás”, los momentos previos a su partida hacia la Argentina.
La casa, el río y la gente: el corazón de Serra Pedace
De todos modos, las imágenes que quedaron grabadas para siempre, en la memoria y en el corazón de Irma, fueron el río, la casa y la iglesia de Serra Pedace. “La casa familiar está igual porque aún la habitan algunos parientes. La iglesia tiene dos escalinatas a los costados que, cuando yo era chica, me parecían enormes (como a todos los chicos). Lo único que no cambió era la gente, estaba igual. La gente tiene esa particularidad del sur de Italia”.
El dialecto como lengua materna
Irma resalta la dualidad complementaria de carácter que hace tan especiales a los calabreses. “Son muy fuertes pero tienen una sensibilidad a flor de piel. Porque tienen las marcas de la montaña, la marca del clima del sur de Italia, tiene la marca de la comida, del peperoncino. Y una sensibilidad a flor de piel que enseguida se les saltan las lágrimas”. Otra cosa que volvió sola a la mente y a la lengua de Irma es el dialecto. Recordemos que su madre le había prohibido hablarlo cuando llegaron a Argentina. “El dialecto vuelve solo. Es definitivamente nuestra lengua madre. A veces me confundo con el italiano y meto palabras del dialecto. Es maravilloso cómo el cerebro recuerda y tiene memoria”.
Si pudieras hablar nuevamente con tu familia calabresa, ¿Qué les dirías?
“Les agradecería este ejemplo de valor que me dieron, esta audacia de enfrentar otros desafíos. Y sobre todo, a mi papá le agradezco esta honorabilidad, el sentido de la palabra y del trabajo que siempre tuvo. Y a mamá le agradezco esta inquietud política que siempre nos caracterizó”.
Irma Rizzuti, una argentina en Italia
Durante la última dictadura militar en Argentina, Irma fue obligada a tomar la ciudadanía argentina y, consecuentemente, perdió la italiana. Así lo ordenaba el gobierno de turno para que pudiera continuar trabajando. Aún no existía el convenio bilateral entre Italia y Argentina que hoy nos permite tener la doble nacionalidad. De todos modos, gracias a que Irma se nacionalizó pudo convertirse, durante la presidencia de Mauricio Macri, en Agregada Cultural en la Embajada Argentina en Roma y fue, por cuatro años, la Directora de la Casa Argentina.
“Fui como argentina a difundir la cultura en Italia. Es decir, a la inversa de todo lo que hice en mi vida de italiana en Argentina. Pero no me costaba nada esta promoción cultural porque yo la conozco mucho. Fue una experiencia muy loca y fascinante”. Una dualidad que se complementó. Las dos personalidades de Irma, las dos sangres que corren por sus venas fueron las grandes protagonistas. La historia tiene un final feliz, al finalizar su estadía y trabajo en Roma en 2019, Irma logra recuperar su ciudadanía italiana sin perder la argentina.
¿Qué similitudes y diferencias encontrás entre ambas culturas?
“Lo que nos identifica es ser expansivos, la forma de gesticular tanto de italianos como de argentinos. Pero lo que nos diferencia es la nostalgia. Porque Argentina está invadida por la nostalgia que justamente le impusieron los inmigrantes. Hay una nostalgia en nosotros, una nostalgia genuina”. Con el uso del ‘nosotros’, Irma se reconoce de igual manera hija de Italia y de Argentina, ítalo-argentina. “En cambio, durante el tiempo que me tocó vivir en Roma y trabajar ahí, me di cuenta de que ellos no tuvieron este desarraigo de la inmigración. Están enteros. Y nosotros tenemos el corazón partido”.
Ser inmigrante, en Italia y en Argentina
Durante la entrevista, recorrimos distintos puntos. Algunos ya estaban pautados a través de las preguntas. Otros fueron surgiendo a partir de las diversas temáticas que abordamos. Pero todos tienen relación con el rol de Irma dentro de la italianidad y su mirada sobre la inmigración. Vivió en carne propia qué significa ser migrante italiana junto a su familia, hablar una lengua extranjera y amoldarse a la vida en nuestro país, aun cuando hoy parezca una argentina más. Por otro lado, cuando vivió en Roma vio la otra cara de la migración, la inmigración argentina en Italia. “En Europa, la migración argentina es fuerte pero no hay asociacionismo como acá”.
“En San Marino, por ejemplo, hay una comunidad argentina que festeja todas las fiestas patrias nuestras. En Napoli también. Pero no hay asociaciones porque son pocos y relativamente nuevos. En pocas palabras, no están agrupados”, señala Irma. En el pasado, los migrantes intentaron recrear (en una pequeña porción de Argentina) una réplica a escala de la patria perdida. El dolor del desarraigo los impulsaba. Irma ve que si bien ese desarraigo y la nostalgia existen en los migrantes actuales, no es tan fuerte por las facilidades de las nuevas tecnologías que acercan las distancias entre familiares.
Finalmente, ¿Qué les dirías a las nuevas generaciones de ítalo-argentinos?
“Primero les diría que no se vayan, por favor, no emigren, no pasen el doloroso proceso de la inmigración. Los migrantes tienen la vida partida, no se sienten completos en ningún lugar. Por otro lado, los jóvenes ítalo-argentinos tienen lo bueno de ambas identidades, son la suma de dos culturas”. Irma lo dice con conocimiento de causa, maneja tanto una como la otra, con tanta facilidad. Y añade: “les diría que quieran a la Argentina, que trabajen para este país que es maravilloso sin olvidar de dónde vienen sus orígenes. Deben sentirse orgullosos de sus raíces pero empezar a trabajar por ellas y por esta tierra que tiene mucho para darles”.