Entre la memoria y la palabra: una charla con Margarita Laría

Margarita Laría es una escritora ítalo-argentina, autora de Cuentos robados a la memoria y de La Memoria Se Hace Cuento (y Reflexiones…). Sus orígenes provienen del Piemonte y de la región del Lazio, de donde son originarios sus abuelos, i nonni. Es psicóloga y docente universitaria (Universidad de San Martín). Si bien la literatura la acompañó y atravesó en distintos momentos de su vida, se convirtió en escritora hace unos pocos años. En esta entrevista, nos habla de sus orígenes familiares, de los libros que escribió, los autores que la inspiraron y de sus proyectos.

El consultorio y la escritura

Margarita Laría nos recibe en su casa de Villa Devoto, allí donde atiende a sus pacientes y también el lugar que vio nacer su vocación literaria. Como buena nieta de italianos, no lo puede evitar, un café y algo dulce esperan sobre la mesita del comedor. La charla (más que la entrevista propiamente dicha) dura unas cuantas horas. Recorremos parte de su vida, su carrera profesional, su incipiente vocación y su mirada a futuro. Prendido el grabador, le pedimos que se presente. “Margarita Isabel Laría. Llevo el segundo nombre porque lo eligió mi mamá y el primero, porque mi abuela materna se llamaba así”. Y aclara: “como se usaba antes”. Lejos de hablar de su extenso currículum académico, Margarita nos refiere primero a sus orígenes, porque allí reside su identidad, quién verdaderamente es. 

La familia de Margarita Laría: con raíces italianas y una vida en Argentina

“Mis nonnos llegaron desde Italia”. Los nonnos. Así los recuerda Margarita. Sí, usando ese neologismo que hace el plural, a la forma argentina, del sustantivo italiano nonno. Esa palabra tan italiana como argentina, tan hija de la inmigración, tan ítalo-argentina. Nonnos no existe en la lengua del bel paese pero está cargada de emoción para los descendientes. “Eran los típicos inmigrantes que arribaron con 13, 14 años y un montón de hermanos. Una parte de la familia provenía del Piemonte y la otra, del Lazio. Los hermanos de mi nonna se radicaron mayormente en Tucumán y son los que crearon la marca Yirsso. En ese entonces, era una sodería. Se dedicaron a eso y al campo, un poco a la caña de azúcar. Actualmente, con otros dueños la marca lidera el mercado de gaseosas de Tucumán”.

“Ahí mi nonna Margarita conoció a mi nonno Domenico que trabajaba en el ferrocarril. Mi mamá en realidad nació en Santiago del Estero porque mi nonno tenía distintos destinos y le tocó esa provincia. De este modo, mi tía nació en Tucumán. Pero de bebitos ellos vinieron acá, a Buenos Aires. Mis padres eran los dos argentinos. Mi papá falleció a los 52 años y mi mamá vivió hasta los 95 años, longeva”. 

Psicóloga, docente y escritora

La pregunta inicial fue simple. La respuesta de la entrevistada, un poco más extensa. Luego de presentar parte del árbol genealógico y de la historia de sus nonnos, Margarita se detiene en su profesión. “Estudié Licenciatura en Psicología, tengo una Maestría en Desarrollo Económico local y un Posgrado en Políticas Sociales. Siempre me interesó todo lo que tiene que ver con el respeto al territorio y el desarrollo de los recursos humanos. Ni bien me recibí, me dediqué a la parte clínica. Después ingresé en el Ministerio de Trabajo de Nación en el sector de empleo. Me jubilé del Ministerio después de 30 años. Pero nunca dejé la parte clínica. Hoy atiendo pacientes y sigo dando clases. Soy profesora en la Universidad de San Martín hace más de 20 años. Recientemente, iniciamos un proyecto de investigación con ONU Mujeres sobre denuncias falsas que ya se hizo en Uruguay y fui convocada para replicarlo acá en Argentina”.

La escritura que convoca

Nadie dice que tenemos que tener una sola vocación en la vida. El origen del vocablo “vocación” proviene – como no podía ser de otra manera – del latín, del sustantivo vocatio, “acción de llamar” o “llamada”. Vox, vocare, vocatio, todos tienen su origen en la misma raíz. La voz que llama desde adentro y que, tal vez, pocas veces estamos en silencio verdadero para escuchar. La escritura atravesó la vida de Margarita en distintos momentos. Algunos de ellos más recordables que otros. “En mi adolescencia, era la típica joven que escribía poesía. Desilusionada del amor, de la vida y de todo. Me gustaba escribir.  En una de mis mudanzas, quemé los cuadernos. Fue una forma de cerrar una época, una etapa. Después la profesión me llevó a tener que escribir artículos técnicos. Entonces, no me daba paso para lo literario o yo era la que no me daba ese espacio”.

“¿No te animás a publicarlo?” Una pregunta, el nacimiento del libro

Luego de haberse casado, con su único hijo, Margarita volvió a pensar en la escritura. No, desde el lado profesional a cuyo aspecto siempre estuvo unida. “Después de pasar esa época, retomé la escritura que es lo que más me gustaba. Pero esta vez en formato de cuentos”. La decisión estaba tomada. Ahora había que elegir el cómo. En 2020, decidió arrancar tomando clases en un taller literario de escritura creativa, pero el primer día se anunció la pandemia. Nada la detuvo, ni el Covid, ni la cuarentena, ni la virtualidad obligatoria. El taller (en ese momento con formato virtual) era dictado por Daniel Giarone, “quien es docente, periodista y además, escritor”. 

Margarita Laría -
Margarita y su hijo, Agustín, en la presentación del primer libro.

“Un día me dijo: ‘¿No te animás a publicarlo?’ La verdad es que no estaba dentro de mis planes publicar. Sí, me gustaba escribir, expresar algunas cuestiones a través del cuento. Siguiendo su sugerencia y haciendo ese taller ya en forma individual con Daniel, publiqué el primer libro de cuentos: Cuentos robados a la memoria y luego, el segundo La Memoria Se Hace Cuento (y Reflexiones…). Evidentemente era lo que me gustaba”.

¿Cómo se conjugan la literatura y la psicología?

Imposible no preguntarlo y más cuando, universalmente, las temáticas entre una y otra disciplina se cruzan constantemente. El mundo de los sueños, de la memoria, del lenguaje, de los símbolos, la identidad, lo marginal y hasta la locura son temas que se vuelven recurrentes de uno y otro lado. Y, muchas veces, se enlazan. Freud, Kafka, Hesse y los italianos Luigi Pirandello, Cesare Pavese y Alda Merini son algunos ejemplos. Nombres que vienen de manera rápida a la mente, casi sin pensarlo. “Yo creo que aunque lo negara, seguramente debe haber un montón de relaciones entre mi parte de psicóloga y la escritura. Pero no, de forma consciente”, responde velozmente Margarita Laría.

La escritura como refugio y liberación

Sin embargo la respuesta no queda ahí. Unos segundos de reflexión para que la entrevistada repase mentalmente todos sus cuentos. “Puede haber un relato donde ambas disciplinas tengan relación, de forma estricta. Realicé una de mis prácticas en el Hospital de Agudos T. Borda, siendo estudiante y recuerdo muy vivamente a uno de los pacientes que me tocó ver. Hay uno de los cuentos que está relacionado con ese paciente, aunque no es literalmente así. Tiene que ver con la historia de un hospital psiquiátrico. Más allá de eso, creo que en todo y en nada está la relación. A la hora de escribir, dejo correr la fantasía y de golpe me aparece algo y lo escribo. No son cuentos demasiado largos y, en general, lo empiezo y lo termino el mismo día. Puede ser que haya cierta impronta profesional que se mete inconscientemente. Pero no es que consciente escribo el cuento en virtud de mi profesión o al revés. A la hora de escribir, siento como que escapo. Es un lugar donde puedo liberarme”, se sincera la escritora.

Cuando la memoria se transforma en ficción

Los relatos de Margarita son cotidianos. Muchas de las historias que cuenta en sus libros (Cuentos robados a la memoria y de La Memoria Se Hace Cuento) pueden haber ocurrido a la vuelta de la esquina o en algún barrio residencial de Buenos Aires. Más allá de los personajes de cada relato, la memoria – tal como lo señalan sus títulos – es la gran protagonista. Y no es poca cosa. La memoria es uno de los grandes temas de la literatura universal.

Margarita Laría -
Los libros publicados de Margarita Laría.

A través de ella, los escritores tienen la posibilidad de explorar y reconstruir el pasado, la identidad, el paso del tiempo, la propia historia. Recordar proviene del latín re- cordis-. Literalmente, volver a pasar por el corazón. Escribir es -en sí mismo- recordar, un acto de memoria, de resistencia. Ya Jorge Luis Borges lo decía en una de sus conferencias: “estamos hechos para la memoria, estamos hechos para la poesía o posiblemente estamos hechos para el olvido”. De este modo, la escritura, la palabra es una voz creadora: lo que se escribe se vuelve eterno.

Ernesto Sábato marcó el camino literario de Margarita Laría

Y no podemos hablar de memoria ni de resistencia sin pensar en algunos escritores de la Literatura Argentina. El ya nombrado Borges es uno. Julio Cortázar y Ernesto Sábato, por nombrar ejemplos, también retoman dichas temáticas. Y, tal vez, no sea casual que ante la pregunta por el autor que influyó en su vida como lectora y escritora, Margarita nombre primero a Ernesto Sábato, casi sin pensarlo. “Me gusta muchísimo y lo digo en presente porque, por suerte, su obra sigue vigente. Tengo también la suerte de estar cerca de donde él vivió y conocí el lugar, ahora transformado en museo. Me emocionó estar ahí. Creo que es él, por esa crudeza en decir las cosas y a su vez tan asertivo. Sábato me ha marcado mucho”.

“Manzanas verdes”, un cuento con sabor a Piemonte

“Subimos al micro. A pesar del abanico de idioma nos entendemos bien. El guía se ocupa de que nadie se pierda la explicación. Llegamos a Piamonte. Tierra de mis nonos. Los imagino cultivando en la tierra fértil donde se cosechan las mejores manzanas”. Así comienza el relato “Manzanas verdes” de Margarita Laría, de su segundo libro La memoria se hace cuento. Tal como señaló la autora durante la entrevista, “las primeras frases de un cuento tienen la función de atrapar al lector, como los primeros minutos de una película, para que tengas ganas de seguir”. Y con este principio que habla del Piemonte, ¿Cómo no sentirnos atrapados? ¿Cómo no sentir que, en ese viaje realizado por el narrador, viaja también una parte de nosotros?

Margarita Laría -
Margarita en Italia.

Casi llegando al final de la entrevista, la alusión al cuento y el recuerdo de los orígenes de Margarita Laría, hacen que nuevamente preguntemos por esa relación entre vida y literatura. “Hace unos años, por cuestiones de trabajo, tuve que viajar a Italia e hice un curso en la OIT que tiene un centro, un campus muy importante de capacitación en Torino (Piemonte). Para mí fue muy emocionante estar ahí. Nos llevaron a conocer un distrito industrial relacionado con el cultivo de la manzana. Tiene que ver con lo que hablamos hace un rato. Cada cuento obviamente tiene una impronta, pero esa historia no es textual. Porque es lo que percibimos y la percepción es subjetiva”.

¿Qué consejo darías a aquellos que se están iniciando en la escritura?

“Creo que todos podemos escribir. En esto, no existe lo bueno y lo malo. Por eso, lo comparo con la pintura. Uno va a una galería de arte y hay gente que le encanta lo abstracto y otros que prefieren algo más surrealista. Por suerte, hay público para todo y gustos para todos. Creo que en la lectura y en la escritura también. Entonces primero hay que animarse a escribir y a publicar.  No pretendo hacer un best seller y si lo es, bendito sea. También, a fuerza de ser sinceros, uno escribe para uno y también para ser leído. Entonces les diría eso: prueben y hagan. No se queden con las ganas. Si sienten que no pueden, en tal caso pidan ayuda, un acompañamiento”.

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