Es difícil definirla. Le han dicho “multifacética” en Argentina y “multiforme” en Italia. Por su amor por Astor Piazzolla, la han comparado con la cantante italiana Milva. Por su porte y personalidad, la asemejaron con Anna Magnani y Sophia Loren. Nada más y nada menos. Pero lo cierto es que no podemos delimitar a Ana Fontan. En ella, en sus actuaciones y en los trabajos que realizó a lo largo de su trayectoria late la integración de sus sangres: la italiana y la argentina. Ambas unidas y combinadas en una sola personalidad. En esta entrevista, Ana nos cuenta sobre su familia, sus proyectos y deja un mensaje a la colectividad italiana en Argentina.
¿Quién es Ana Fontan?
Nos encontramos con Ana en el barrio porteño de Palermo (Buenos Aires), vicino a la casa donde se crió, aquella que construyó su familia al llegar a Argentina, desde Italia. Se la ve exhausta pero feliz. Está orgullosa por todos los proyectos que realizó durante este 2024 y que la acercaron más a la vida de sus antepasados. La sangre ítalo-argentina late con fuerza en su ADN, se percibe en sus ojos y en su corazón. Y está ansiosa por las propuestas que se aproximan. Nació bajo el nombre de Ana María Fontan pero la conocemos como Ana o Anita, cariñosamente. Es actriz, cantante, bailarina, docente, escritora, directora, dramaturga, productora… artista. Lejos de intentar delimitarse, Ana se apresura a hablar de sus antepasados, sus raíces, porque allí permanece intacta su identidad, quien verdaderamente es.
Nieta de italianos
Sus orígenes se remontan al sur de Italia, a Calabria y a la Puglia, de donde provienen sus nonnos maternos. Sí, usando ese neologismo que hace el plural, a la forma argentina, del sustantivo italiano nonno. Esa palabra tan italiana como argentina, tan hija de la inmigración, tan ítalo-argentina. Nonnos no existe en la lengua del bel paese pero está cargada de emoción para los descendientes. Más allá de cómo la conozcamos en el ambiente artístico, Ana es simplemente la nieta de Sabino e Irma, un pugliese y una calabresa.


Sabino llegó a Argentina en su adolescencia, era el menor de tres hermanos. Al igual que otros inmigrantes, escapaban de la guerra. Ana no lo conoció personalmente. El nonno Sabino falleció mientras la mamá de Ana estaba embarazada de ella. Sin embargo, el vínculo abuelo-nieta sigue intacto, casi como si la vida que terminaba y la que apenas comenzaba se unieran con un lazo invisible. A la manera de Penélope, Ana desteje su historia familiar, la llegada de sus nonnos a Argentina, las anécdotas que se cuentan en el hogar materno, el legado que se transmite y el recuerdo de San Severo, el paese de Sabino.
Ecos de San Severo en Buenos Aires
En el barrio de Palermo, la familia de Sabino construyó la casa que luego habitarían. “Ellos eran constructores. En la parte superior, construyeron cinco PH para que viva toda la familia. En el fondo, había dos patios generales para compartir. Había además un pequeño taller. Allí viven actualmente mis padres, en la primera casa que edificó mi nonno Sabino. Era una gran casa familiar bien al estilo italiano”. Mientras Ana recuerda la disposición de su hogar, llega a su mente la imagen de otra casa, cruzando el charco, en medio del paisaje pugliese. Se trata del hogar de la infancia de su nonno Sabino, en el paese de San Severo. La edificación construida en el barrio de Palermo tiene reminiscencias de ese otro hogar, son ecos de la tierra amada y abandonada. En Buenos Aires, la familia de Sabino intentó recrear esa otra casa alejada por el tiempo, por el espacio y por el dolor del desarraigo.
Con la Puglia nel cuore
“Mi primer viaje a Europa fue llevando a la Puglia”, define Ana. Su proyecto en España tenía como centro a la música de Astor Piazzolla, bandoneonista que – como es sabido- tiene orígenes en la misma región. “Viví una suerte de sincrodestino”, reconoce Ana mientras recuerda su experiencia, “son los hilos de la vida”. Realizó allí el espectáculo “Morir y vivir en Buenos Aires”, con una versión en concierto, performática, para el cierre del Festival Internacional de Tango de Granada. Cabe aclarar que es el festival de tango más antiguo de Europa. En esa ocasión, Ana compartió noche de cierre junto a Susana “La Tana” Rinaldi. “Ella como artista consagrada y yo, como nueva exponente”.
Ana Fontan se reconecta con las raíces
En medio de dicho viaje laboral, tuvo la oportunidad de viajar al bel paese y conocer el pueblo de su nonno. “Fue un camino muy fuerte, muy hermoso y muy emocionante. No es solo buscar un papel, es reconectar. La palabra ‘origen’ queda chica. Es más una experiencia metafísica, espiritual. Sentí un recibimiento familiar de toda la comuna, era un clima de festejo. Desde el primer hasta el último habitante de San Severo me estaba esperando. Fue muy conmovedor el recibimiento”.
“Por mi sensibilidad, fue un viaje de ida y de no retorno. No puedo decir que se haya cerrado un ciclo, sino que se abrió y continúa. Y también fue una apertura para otros miembros de mi familia”, recuerda Ana con notable nostalgia en la voz y en el corazón. En San Severo, Ana pudo conocer la casa donde se había criado Sabino, las calles que había recorrido en sus primeros años de vida. Pudo respirar el aire de la Puglia que tanto la conecta con sus antepasados y también con el mismo Piazzolla.
¿De qué modo se mantiene viva la identidad italiana en tu familia?
Sin pensarlo dos veces, Ana responde con una carcajada: “En el temperamento. Si hay algo que nadie puede negar en nuestra familia son las personalidades. Somos muy tanos, muy temperamentales y tenemos una gestualidad muy marcada. Me considero absolutamente italiana y soy argentinísima también. Somos bien tanos con respecto a la emotividad, a la afectividad profunda. Tenemos una lealtad exacerbada por la familia, de darlo todo, como si fuera una suerte de agasajo y homenaje. Es la sangre que tira”.


“Cada uno, a su manera y desde su profesión, está muy unido a la familia y a la región de donde provenimos”. No podemos olvidarnos de las comidas, cuyas recetas se transmiten de generación en generación y que unen a la familia. “Los taralli, el pan con tomate ajo y aceite, los crustolle fritos y con miel”. En la memoria de Ana, además permanecen frases y vocablos en dialecto que repetía su nonna. “Quiero rescatar costumbres que me gustan, sin caer en la repetición por la repetición misma”.
“Soy la raíz, del país que amasó con su arcilla”
Claramente la trayectoria de Ana Fontan es extensa, a nivel nacional e internacional. No nos alcanzaría una sola nota para recorrerla. Tuvo la oportunidad de realizar un homenaje a Piazzolla, Milva, Mina y Eladia Blazquez en la Casa Argentina en Roma. Asimismo, también en la città eterna presentó el film “El Pozo”, opera prima de Rodolfo Carnevale, película que protagoniza y que retrata la historia de una joven con autismo y su modo de vinculación con su entorno socio-familiar. “En ese momento, el director se animó a abrir el corazón de su familia y hacer visible un tema que era tabú, el autismo. Tuvo el inmenso coraje y valentía de mostrar todo ese universo, de ficcionalizarlo y llevar a cabo un film de tales características, con todo lo que implica esa temática que no era de fácil acceso”, explica Ana.
“El Pozo”, una película sobre el autismo
Luego de la pandemia, un 2 de abril en el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, se presentó la película en la Casa Argentina en Roma. Tal hito es importante no solo porque “se tomó por primera vez la condición autista como tema y más aún en el rol de una mujer”, sino porque además permitió abrir al debate, la circulación de la palabra, la concientización y la visibilización del autismo en la sociedad.
Tal como señala Ana, alrededor de la proyección se pueden “realizar conferencias con profesionales, referentes y especialistas para que puedan contar sobre el hoy, brindar datos enriquecedores y para que se pueda informar sobre los otros tipos de autismo”. De esta forma, el film y su presentación “trascienden el hecho cinematográfico en sí y se convirtió en una misión, en una causa”. La protagonista de “El Pozo” aclara que la película, en la actualidad, cuenta con subtítulos en inglés y en italiano, y está a disposición de las instituciones que requieran proyectarla como “una herramienta para visibilizar el autismo y como un disparador de actividades para colaborar con la causa mundial de concientización”.
¿Qué otros proyectos ítalo-argentinos tenés planeados realizar?
Ana duda intentando encontrar las palabras justas para adelantar sus propuestas futuras sin spoilear. “Desde hace unos años me encuentro en el desarrollo y creación de proyectos artísticos, musicales y culturales vinculados al universo ítalo-argentino que ya iré estrenando y compartiendo de a poco. Son muchos. Más allá de las actividades de proyección del film de autismo, subtitulado al italiano, que ya está en programación, por supuesto para la colectividad y para diversas actividades en el mundo. También estamos programando conferencias y actividades de concienciación en autismo cuyo lema es: ‘Hablemos de autismo’. Estamos muy comprometidos con la causa. Y por supuesto, está en agenda la programación de los conciertos y espectáculos de tango de mi compañía independiente de tango: Ana Fontan Tango Company Fontango, con base en argentina”
Ana Fontan y el 50° aniversario de FEDIBA
Una mención especial se merece la colaboración de Ana Fontan en el 50° aniversario de FEDIBA (Federación de las Instituciones Italianas en Buenos Aires), celebrado el pasado 16 de noviembre. Tal fiesta marcó un antes y un después en la vida de Ana y su vínculo con la colectividad italiana en Argentina. La unidad y el trabajo conjunto que vio en su organización la remitió a la unión de sus (y nuestros) antepasados al momento de llegar a Argentina, con un poco más que valijas y nostalgia. “Para mí fue un honor tremendo poder participar en esta iniciativa, junto a tantos otros colegas con quienes compartimos el escenario”.



Llegado este punto, Ana agradece especialmente a Darío Signorini, Presidente de FEDIBA y del COMITES, que trabaja incansablemente por y para la colectividad. En él, en Silvina Valoppi y en el resto de los colaboradores “reconocí la misma pasión, la misma entrega, el mismo esfuerzo, el mismo amor, la misma alegría. El famoso ‘dar sin esperar nada a cambio’, en una vuelta de amor y gratificación que brinda el encuentro y el conocerse. Eso es la italianidad”. Asimismo, Ana reconoce la importancia de “distinguir la labor de FEDIBA y del COMITES, de difundirla y hacerla conocer. Lo que brindan es maravilloso, porque estamos para conectarnos, ser y hacer”.
Si pudieras volver a hablar con tus nonnos, ¿Qué les dirías?
Con notable emoción en la voz y en el corazón, Ana responde. “Primero agradecería por todo lo que fueron, por todo lo que hicieron y por todo lo que dieron, por la familia que construyeron, por los esfuerzos denodados. Gracias por el ejemplo de trabajo, de amor, de unión, de lucha, de pasión, de sobrevivir a todo. Pienso que si ellos sobrevivieron a la guerra, nosotros tenemos que poder sobrevivir a nuestras batallas cotidianas por más grandes o pequeñas que sean. Tiene que ver con el profundo agradecimiento a todos, al nonno, a la nonna, a todo el árbol. Les pediría algo, además: que nos orienten”.
Honrar las raíces
“Les pediría que nos guíen para seguir y elegir el mejor camino, en el árbol y también en la comunidad. Que cada uno pueda cumplir el rol y la mejor función para honrar el origen, mejorarlo, trascenderlo y abrir caminos. En lo personal, les pediría que me orienten y que me acompañen, para honrarlos y para compartir desde lo que soy, desde mi vocación y como persona. El agradecimiento es troncal”. Asimismo, debemos recordar que Ana no conoció a su nonno Sabino sino a través de las fotos y de las anécdotas que le cuenta su mamá. Es por eso que, además del profundo agradecimiento por su lucha, también tiene algunas preguntas para hacerle, “sobre su vida, sobre el legado, sobre el simbolismo de que se haya ido mientras yo me encontraba en la panza de mi mamá. Quiero honrarlo y que él esté feliz y conectado con nosotros”.
Finalmente, ¿Qué mensaje darías a la colectividad italiana en Argentina?
“Les diría que sigan trabajando. Conocí muchas personas italianas e ítalo-argentinas, en el camino, que me fueron abrazando y guiando como si fuéramos familia. Les diría que me quedé fascinada, por ejemplo, como símbolo con la comunidad en la fiesta de FEDIBA o en el Festival de las Raíces Italianas, porque quiero encontrarlos y encontrarnos. Ahora no me siento sola en la reconexión con el origen y con el quehacer, con mantener vivas las raíces“.
“Estamos todos con una misma misión: explorar nuestros orígenes, recrearlos, buscar la originalidad propia del hoy y hacerlo nuevo. Pero hacerlo insieme es otro viaje. Siento que esa alegría, esa pasión, esa lucha y esa búsqueda, ese querer hacer, ese querer dar no era una cosa mía. Hay muchas personas que sienten lo mismo desde su lugar y, además, están organizados. Poder sumarme me hace sentir feliz y quiero sumarme a más propuestas. No puedo más que felicitar y agradecer. Me da orgullo poder honrar las raíces juntos”.