Iniciamos un nuevo mes de este 2024. Pareciera que decir febrero es sinónimo de carnaval. Y si le sumamos la palabra “Venecia”, todo parece tener más sentido. Sin embargo, la ciudad italiana no es la única que festeja el carnaval, ni es la única forma. En el ámbito local, tenemos el carnaval de Gualeguaychú y sus comparsas, el rioplatense con las murgas o el carnaval en el noroeste argentino, por nombrar algunos. La respuesta llega implícita tal vez solo al mirar la diversidad de festejos que existe en Argentina, donde la festividad heredada se mezcló con las costumbres autóctonas, creando algo nuevo. Pero aún con sus diferencias, todas tienen un origen común, allá lejos en el tiempo, en la antigüedad clásica pasando por el medioevo católico. En la nota de hoy, los invitamos a descubrir el origen del Carnaval.
El Carnaval: sobre permanencias y transformaciones
El historiador colombiano Paolo Vignolo señala, no sin evidencia, que una de las características más notables del carnaval, en su larga tradición milenaria, es su capacidad de adaptación a diversos contextos históricos. De esta forma, tenemos carnavales en distintas partes del mundo cuyas manifestaciones se parecen entre sí, pero al mismo tiempo responden a la cultura y la idiosincrasia locales. ¿Y por qué, entre tantas fiestas antiguas es ésta la que permanece? Hipótesis hay muchas, podríamos debatirlo en muchas páginas. En tiempos de estructuras, mandatos, la cotidianeidad que apura, de -en pocas palabras- modernidad, el Carnaval viene a liberar, a descontracturar creando espacios de sociabilidad festiva. Son lugares de encuentro con otros y así lo fueron desde sus inicios.
Los orígenes se encuentran en la antigüedad
Como no podía ser de otra manera, el carnaval tiene sus pilares en la antigüedad clásica, en Grecia y Roma. Se cree que el carnaval encuentra su origen en las fiestas paganas en honor a Dionisio (para los griegos) y Baco (para los romanos), el dios del vino. Otras teorías señalan a las saturnales y las lupercales romanas, a festividades celebradas en Sumeria o las que se realizaban en honor del buey Apis en Egipto. ¿Aproximadamente? Hace 5000 años, con variantes y similitudes el carnaval está entre nosotros. En todas ellas, hay un denominador común: la liberación, la fiesta, el desenfreno. Todas las esferas de la sociedad participaban. Por algunos días, mientras duraba la festividad, se borraban las barreras sociales y hasta los esclavos recibían raciones extras y tiempo libre. Gracias a la expansión del Imperio Romano, la tradición llega a la Edad Media donde toma mayor relevancia, suma características propias de la época y se establece en contraposición con la Cuaresma cristiana.
El Carnaval en la Edad Media: entre la Cuaresma y el Miércoles de Cenizas
¿No es de extrañar que, cada año, el mismo esquema se repita? Sea la fecha que sea, los feriados de carnaval son lunes y martes. Y el miércoles siguiente comienza la Cuaresma cristiana instaurada por el Miércoles de Cenizas. 40 días después del Carnaval, llegará la Semana Santa y el Domingo de Pascuas. Este dato nos puede ayudar a entender los inicios de la celebración tal cual hoy la conocemos. El Miércoles de Cenizas conmemora el momento en que Adán fue condenado a “regresar a polvo” luego de pecar, por lo cual los cristianos son llamados a purificar sus faltas por medio de privaciones: los ayunos de cada viernes hasta el Domingo de Resurrección.
Tal como observamos, tanto en la tradición cristiana como en sus antecesoras, el tiempo del carnaval (en sus diversas variantes y a través del tiempo) está sellado por la relación entre los hombres y los dioses. Asimismo, si nos remitimos a la etimología, debemos comprender que la palabra carnaval proviene del latin. La RAE señala que el término es la unión de ‘carnem’ + ‘levare’ = quitar / levantar / retirar la carne. Su sinónimo es ‘carnestolendas’ (‘carnes’ + ‘tollere’), con el mismo significado.
Donde el bufón es rey
Entonces, ¿Qué representa el Carnaval en sus inicios? Al marcar el inicio de la Cuaresma y al igual que sus tradiciones precedentes, el Carnaval es una fiesta para satisfacer las necesidades de la carne. En pocas palabras, tal como señala el crítico literario Mijail Bajtin, el carnaval era la forma festiva no-oficial de la sociedad medieval. Simbolizaba la cultura folclórica. Durante el período que ocurría el carnaval, el pueblo podía salirse de los moldes oficiales a través de las máscaras, algunas obscenas, satíricas o burlescas. El disfraz y los antifaces permitían, mediante la burla y la crítica, modificar el pensamiento de las personas de su condición oficial y contemplar el mundo desde una perspectiva cómica y – valga la redundancia- carnavalesca.
Tiempo de carnavales
Tal como señala Bajtin, la relación del público con esta festividad es aquí diferente en comparación con otras fiestas. “Los espectadores no asisten al carnaval, sino que lo viven, ya que el carnaval está hecho para todo el pueblo. Durante el carnaval no hay otra vida que la del carnaval. Es imposible escapar, porque el carnaval no tiene ninguna frontera espacial. En el curso de la fiesta sólo puede vivirse de acuerdo a sus leyes, es decir de acuerdo a las leyes de la libertad”.
De esta forma, se intercambiaban los roles y las maneras de actuar, se sacaba al hombre del orden existente. No había distinción entre pobres y ricos. Era un momento de verdadera fiesta y liberación (hoy diríamos catarsis, una válvula de escape) antes de la llegada de la Cuaresma entendida como un tiempo feudal de preceptos, de ayuno, seriedad y moderación. Así, los festejos del carnaval, con sus actos y ritos cómicos, ocupaban un lugar muy importante en la vida del hombre medieval. Y también lo es hoy. La permanencia de esta festividad en los carnavales modernos es evidencia viva de ello.


